Hola a todos,
Mira que difícil encontrar un fin de semana para quedar con la familia y hacer turismo rural. Pues elegimos el del temporal. Dudamos si subir o no. Según la televisión, las recomendaciones eran sofá y coche aparcado. Pero qué...... allá que nos fuimos.
El viaje resultó ser una maravilla, deleitándonos con la nieve a ambos lados de la carretera y los mil y un quitanieves echando sal como si no hubiera un mañana.
Llegados al hotel y con los anfitriones esperando, nos dispusimos a buscar la calle Laurel (ya íbamos avisados de dónde debíamos ir). Los guías, Pepa y Manu, comenzaron la ronda haciendo una selección de bares donde tomar la copita de vino (había que elegir bodega) y el pinxto.
Al principio reculamos un par de veces buscando el idóneo...al final de la noche nos varía cualquiera que tuviera tapas consistentes. Os recuerdo que apenas comimos y el viaje siempre da hambre.
La noche se cerró con un par de gin&tonics y al hotel. Aunque no por falta de pedir más... mi cuñado no tiene fin!
Haré una reseña acerca del hotel: céntrico, elegante sin parecer recargado, con una cama enorme, un buffet con gran variedad de dulces y salados, zona de aparcamiento que más valía para aparcar el batmóvil por su ascensor a la zona subterránea. No había probado aún un ascensor para coches. Fíjate tú!
El sábado fue duro. A las 11horas teníamos cita en NO + VELLO LOGROÑO.
Y mientras que Manu hacía balance, nosotros tres pasamos a las cabinas para intentar salir de allí con diez años menos. Solo nos quitaron cinco pero nos basto, jiji.
Y aquí empezó nuestra andadura de "vermut torero", como lo llaman allí.
De bar en bar, con Enrique que nos iba conduciendo por los locales más chic, los vinos más novedosos y nosotros que no decimos a nada que no, pues, alé! a probar vinos.
Lo cierto es que es mi primer fin de semana que no elijo cerveza y cuando ya llevar varios calditos rojos, el cuerpo se acostumbra y te olvidas de la tripa hinchada. ¡Qué placer!
Nuestro afán, bueno más bien el de los fútboleros, era llegar a tiempo a algún bar donde se viera el derby y yo, qué os voy a decir, el fútbol como que no. Menos mal que elegí dar una vuelta por Logroño, con Enrique de guía de nuevo (hay que explotar los conocimientos que tiene uno) visitamos una bodega que estaba abierta, anduvimos por el Ebro y por el casco antiguo. Hasta vi un juego de la Oca insertado en el suelo.
Y con la emoción de haber ganado el atleti, pues la fiesta siguió y las risas con el "4" se repitieron toda la noche. Incluso nos dio tiempo a comprar un cuadro "muy siniestro" y un wok. Me diréis que ir a Logroño y hacer estar compras tan snob no es chic!!
Muy bonito. Me encantó. Espero repetir en verano, donde el frío y los paraguas no estén cerca. Y verlo con más calma, sin fútbol. Poder visitar las bodegas, echar una carrerita por la orilla del Ebro o simplemente pasear sin tener que llevar las manso enfundadas en guantes y la bufanda con dos vueltas alrededor del cuello.
Ha sido un fin de semana perfecto! Lo hemos pasado genial. Lástima que solo hayan sido dos días... aunque pensándolo bien, un par de días más y morimos o de alcohol o de cansancio. Elegid vosotros.
Mil gracias a Pepa y Manu por todo y solo queda decir: ¡Esto hay que repetirlo!
Os dejo algunas fotos de lo que os habéis perdido, jijiji!
Hasta pronto.